Oficial y Juez de regatas dedicó a la vela toda la pasión que su físico y energía le permitió. Primero en Donostia-San Sebastián para más tarde, tras aprobar los exámenes impartidos por D. Carlos Pena Cardenal, longevo presidente del entonces Colegio Nacional de Jueces y Jurados de Regata, extender su incansable actividad a todo el territorio nacional. Resultaría tedioso enumerar las regatas en las que intervino, baste señalar que fue miembro del comité de regatas de los Juegos Olímpicos de Barcelona y oficial de regatas en tres campeonatos del mundo: dos de Optimist y uno de 49er, además de varios campeonatos europeos y de España. Pero de lo que guardaba un imborrable recuerdo era de su participación durante varios años en el Meeting Internacional de Optimist de Riva del Garda: decía que esa multitudinaria manifestación era la prueba palpable de que la vela tenía el futuro asegurado y estaba muy orgulloso de haber contribuido.

Hombre de una humanidad desbordante, parco en el hablar pero firme en sus convicciones, destacaba por su facilidad para relacionarse, estaba siempre dispuesto a echar una mano donde hiciera falta y no dejaba a nadie indiferente. Generoso en extremo, siempre tenía un detalle para sus conocidos y era un placer compartir con él el chiquiteo que tanto le gustaba y no digamos ya los platos que preparaba en su sociedad gastronómica. Atento y cariñoso con las personas que conoció, no dudaba en coger el teléfono para interesarse por las inquietudes y problemas de los que era conocedor, ganándose el respeto, el aprecio y el cariño de todas ellas.

Por eso, creo que todos coincidiremos en que su temprana marcha no nos deja un vacío, ya que siempre ocupará un pedazo de nuestro corazón.

Que los vientos te sean favorables en tu nueva singladura y alcances el descanso que te has ganado.

Hasta pronto, amigo. Laster arte, lagun.